En estos últimos días se han pronunciado algunas voces exigiendo la nacionalización de la banca en general (Acampadasol) y de la Caja de Ahorros del Mediterráneo en particular (Toma la Plaza Alicante, Democracia Real Ya Torrevieja y Attac España). Al margen de los beneficios que pudiera producir dicho proceso, la nacionalización de la banca, desde mi punto de vista, no es un elemento aglutinante, sino todo lo contrario. Si pretendemos que el movimiento 15M sea integrador, no creo que sea conveniente empezar a lanzar flechas al sol, porque no llegamos, y no sólo se pierden de vista aquellos objetivos mínimos consensuados con los que sí está de acuerdo la inmensa mayoría de ciudadanos, aunque muchos de ellos no salgan a la calle a expresar su indignación y su desacuerdo con la labor que realizan los políticos, que es la que nos ha llevado al lugar en el que nos encontramos. Hable con quien hable, la inmensa mayoría está de acuerdo con la gran mayoría de propuestas existentes.
Entre dichas propuestas, efectivamente, se encuentran, bajo el apartado “5. Control de las Entidades Bancarias”, dos que quiero destacar aquí:
1. “Prohibición de cualquier tipo de rescate o inyección de capital a entidades bancarias: aquellas entidades en dificultades deben quebrar o ser nacionalizadas para constituir una banca pública bajo control social [...];
3. Devolución a las arcas públicas por parte de los bancos de todo capital público aportado. [...]”.
Según estas dos propuestas, o quiebran o se nacionalizan; si quiebran no van a poder devolver nada; si se nacionalizan, tampoco, pues pasarían a ser propiedad pública. Deberían responder los propietarios de los bancos, pero a ver cuál de ellos devuelve los miles de millones de euros que debe. Es práctica común que este tipo de delincuentes económicos prefieran pasar una temporada entre rejas...
Si cuando los bancos prestan dinero a los ciudadanos, estos deben devolverlo con intereses, exijamos lo mismo: puesto que le hemos prestado a los bancos muchos miles de millones de euros, debemos exigir que nos los devuelvan con los correspondientes intereses. Y si no los devuelven en los plazos que se establezcan, el Estado deberá embargarlos (con todo su capital y propiedades inmobiliarias, que no son pocas, como sabemos) y, entonces sí, pasarán a ser propiedad pública.
Desde luego yo no soy ningún experto en economía, pero cuando se habla de nacionalización de la banca, a la mayoría de la gente le va a venir a la cabeza el comunismo, y ahí hemos perdido la cohesión y la integración de ciudadanos en el movimiento 15M. [En Lisboa había un grupo que exigía precisamente la nacionalización de la banca, obcecados con la deuda y el FMI, entre otras cosas, y así les fue: el movimiento que se inició en Rossio y que empezó a congregar a medio millar de personas se fue diluyendo hasta que quedó una veintena escasa, y otro grupo de gente tuvo que iniciar un movimiento ciudadano que fuese integrador, exigiendo una modificación del sistema democrático desde la base.] Porque la cuestión de la banca no es una cuestión de raíz, sino una consecuencia del mal funcionamiento de este sistema político y de la incompetencia, maldad, ineptitud y codicia de los políticos que gobiernan.
Por ello, considero que hay que centrarse en los aspectos radicales: atacar la raíz del problema, y, una vez conseguido, lo que no será fácil, como sabemos, avanzar en el camino. Porque, como dice nuestro sabio refranero, quien mucho abarca poco aprieta, y, como decía Sancho Panza, “las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo”, y “quien bien tiene y mal escoge, por mal que se enoje no se venga”.
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