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15 marzo 2015

Una manera como otra de dar el pego

Vernon Sullivan: Escupiré sobre vuestra tumba. Fragmanto del Prólogo, por Boris Vian.
«[...] llevado a cabo con un desprecio más que considerable por la verosimilud, y no exento de alguna que otra concesión al gusto del público.
Y es que, ¡ay!, América, la tierra de Jauja, es también la tierra de elección de los puritanos, de los alcohólicos y del métetelo-bien-en-la-cabeza: y mientras en Francia nos esforzamos por lograr una mayor originalidad, al otro lado del Atlántico nadie siente el menor remordimiento por explotar sin escrúpulos una fórmula que ha dado ya probados resultados. A fe mía, es una manera como otra cualquiera de dar el pego...».

29 abril 2014

Su vida ya no tendría sentido

[Albert Camus: El extranjero]
«Iba a decirle que se equivocaba al obstinarse: ese último punto no era tan importante. Pero me cortó y me exhortó una última vez, erguido en toda su estatura, preguntándome si yo creía en Dios. Respondí que no. Se sentó con indignación. Me dijo que era imposible, que todos los hombres creían en Dios, incluso los que se apartaban de su faz. Tal era su convicción y si alguna vez la pusiera en duda, su vida ya no tendría sentido. «¿Quiere usted -exclamó- que mi vida carezca de sentido?» A mi juicio, ese asunto no me concernía, y se lo dije. Pero por encima de la mesa, puso el Cristo ante mis ojos y gritó desatinadamente. «Soy cristiano. Le pido que perdone tus pecados. ¿Cómo puedes creer que no sufrió por ti?» Me di perfecta cuenta de que me tuteaba. Me sentía harto. El calor se hacía cada vez más fuerte. Como siempre, cuando deseo desembarazarme de alguien al que apenas escucho, hice como si lo aprobara. Para sorpresa mía, prorrumpió en triunfo: «¿Lo ves?, ¿lo ves? -decía-. ¿No es cierto que crees, que vas a confiarte a él?». Por supuesto, dije no una vez más. Volvió a derrumbarse en su sillón.»

28 abril 2014

Porque no me gustaba

[Albert Camus: El extranjero]
«Salimos y Raymond me invitó a una copa. Después quiso que jugáramos una partida de billar y perdí por muy poco. Quiso después ir al burdel, pero yo le dije que no porque no me gustaba. Volvimos despacio y me explicó lo contento que estaba por haber conseguido castigar a su amante. Me pareció que era muy atento conmigo y pensé que habíamos pasado un rato agradable.»

27 enero 2014

Merecía que lo apalearan

[Fragmentos presocráticos: De Tales a Demócrito]
Heráclito de Efeso: «Homero merecía que lo expulsaran de los certámenes y que lo apalearan, y Arquíloco, otro tanto.»

27 octubre 2013

Y disputarte celoso a la codicia de la muerte


«Agua quisiera ser, luz y alma mía,
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.

Viento quisiera ser; en noche umbría,
callado hasta tu lecho penetrara,
y aspirar por tus labios me dejara
y mi vida en la tuya infundiría.

Fuego quisiera ser para abrasarte
en un volcán de amor. ¡Oh estatua inerte,
sorda a las quejas de quien supo amarte!

Y después para siempre poseerte,
tierra quisiera ser y disputarte
celoso a la codicia de la muerte.»


Anhelos, de Francisco Rodríguez Marín (1855-1943).

19 julio 2013

Aunque la realidad las contradiga

[José Saramago: As Intermitências da Morte]
«El estado intentará sobrevivir, aunque dudo mucho de que lo consiga, pero la iglesia, La iglesia, señor primer ministro, se habituó de tal manera a las respuestas eternas que no puedo imaginarla dando otras, Aunque la realidad las contradiga, Desde el principio no hemos hecho otra cosa que contradecir la realidad, y aquí estamos, Qué dirá el papa, Si yo lo fuese, dios me perdone la estulta vanidad de pensarme tal, mandaría poner inmediatamente en circulación una nueva tesis, la de la muerte retardada, Sin más explicaciones, A la iglesia nunca se le pidió que explicase nada, nuestra otra especialidad, además de la balística, ha sido neutralizar, por la fe, el espíritu curioso [...]»

09 julio 2013

Si no tiene tele ni siquiera se entera

[Chimo: La voz de Lila]
«Yo digo que esto no, no me lo creo. Quemas un autobús, cuatro coches y te cargas una docena de escaparates, pero chico, lo siento, no es la guerra que pensabas. Lo que quemas es lo que te mola y nunca podrás tener. Nunca podrás tenerlo así que lo quemas, está ahí al alcance de la mano pero no en tu mano, hay una pequeña diferencia. Pero si tú te crees que llevas la antorcha que va a incendiar Francia, eres el mosquito que decía le declaro la guerra al elefante, sólo que el gordo de la trompa si no tiene tele ni siquiera se entera.»

08 julio 2013

Hasta que no puedes más

[Chimo: La voz de Lila]
«Lo primero es comer, con hambre todo da igual, no piensas en nada y además tampoco es que antes pensaras mucho, no me vengas con rollos y dame eso, dámelo, dámelo, enseguida si no reviento o te reviento a ti, el hambre lo hace ver todo negro y te hace temblar y llorar hasta que no puedes más, y la amistad el amor todo a la basura.»

23 junio 2013

El silencio más fino

Los amorosos
(Jaime Sabines)

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.

Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.

Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

Tendrá que gustarle

[Jaime Sabines: "No quiero convencer a nadie de nada"]
«Mientras yo no pueda respirar bajo el agua o volar (pero de verdad volar, yo solo, con mis brazos) tendrá que gustarme caminar sobre la tierra y ser hombre, no pez, no ave.»

17 junio 2013

Nunca de antemano

[José Saramago: Ensayo sobre la ceguera]
«Nunca se puede saber de antemano de qué son capaces las personas, hay que esperar, dar tiempo al tiempo, el tiempo es el que manda, el tiempo es quien está jugando al otro lado de la mesa y tiene en su mano todas las cartas de la baraja, a nosotros nos corresponde inventar los encartes con la vida, la nuestra [...]»

15 junio 2013

Aún está por nacer

[José Saramago: Ensayo sobre la ceguera]
«[...] en verdad aún está por nacer el primer ser humano desprovisto de esa segunda piel a la que llamamos egoísmo, mucho más dura que la otra, que por nada sangra.»

09 junio 2013

Te quemaría las entrañas

[Hjalmar Söderberg: Doctor Glas]
«No busques la verdad: no la encontrarás y te perderás tú mismo. No debes preguntar. La suma de verdad que te es útil se te da de balde; viene mezclada con error y mentira, pero es por tu bien, ya que en estado puro te quemaría las entrañas. No intentes purgarte el alma de mentiras, porque con ellas se irán muchas otras cosas en las que no has pensado, y quedarás vacío de ti mismo y de todo lo que es valioso para ti. No debes preguntar

Un constante y penoso y ofensivo recuerdo

[Hjalmar Söderberg: Doctor Glas]
«No, las estrellas no pueden congratularse de que gozan de la popularidad de antaño. Mientras se creía que el destino dependía de ellas, se las temía pero se las quería y adoraba. Y cuando éramos niños, desde luego, todos creíamos que eran bonitas lucecitas que Dios encendía para divertirnos, y que nos guiñaban el ojo a nosotros. Pero ahora que sabemos algo más de ellas, nos están resultando un constante y penoso y ofensivo recuerdo de nuestra insignificancia.»

07 junio 2013

Pecado de lujuria

[Juan Carlos Onetti: Dejemos hablar al viento]
«Sin pensar, Gurisa, que la furia nuestra estaba un poco más allá del amor, sin pensar que todos los sufrimientos y las felicidades de los amantes verdaderos apenas rozaban nuestra angustia, el desesperado y novedoso deseo de conocernos el alma y los intestinos, de construir una unidad hermafrodita que soportara natural y gozosa cuatro brazos, cuatro piernas, un solo cerebro, un solo sexo emperrado en éxtasis y comunión.
     [...] Pero un macho y una hembra descolocados por ambiciones imposibles, por la ilusión de creer realizable el pecado de lujuria —único camino para lo absoluto, lo eterno y la pequeña creencia en la comunicación verdadera—, Gurisa y yo, no estuvimos nunca dentro del tiempo. Entramos y salimos sin que nadie tuviera sospechas.»

06 junio 2013

El perpetuo deseo del solitario

[Hjalmar Söderberg: Doctor Glas]
«Tanto más, por cuanto siento el perpetuo deseo del solitario, de ver gente a mi alrededor —se entiende, gente extraña, que no conozco y con la que no necesito hablar.»

05 junio 2013

Sometido

[Gabriel García Márquez: Cien años de soledad]
«No era comprensible que una mujer con aquel espíritu hubiera regresado a un pueblo muerto, deprimido por el polvo y el calor, y menos con un marido que tenía dinero de sobra para vivir bien en cualquier parte del mundo, y que la amaba tanto que se había sometido a ser llevado y traído por ella con el dogal de seda.»

04 junio 2013

El gran premio indudable

[Juan Carlos Onetti: Dejemos hablar al viento]
«—Qué pasa ahora —dije mientras limpiaba una espátula, miraba la suciedad diversa del trapo, pensaba enmarcarlo y sería el gran premio indudable del salón nacional.»

03 junio 2013

Con un cordel de seda

[Gabriel García Márquez: Cien años de soledad]
«Amaranta Úrsula regresó con los primeros ángeles de diciembre, empujada por brisas de velero, llevando al esposo amarrado por el cuello con un cordel de seda.»

02 junio 2013

El paraíso de la soledad compartida

[Gabriel García Márquez: Cien años de soledad]
«Ambos evocaban entonces como un estorbo las parrandas desatinadas, la riqueza aparatosa y la fornicación sin frenos, y se lamentaban de cuánta vida les había costado encontrar el paraíso de la soledad compartida.»