27 octubre 2013
Y disputarte celoso a la codicia de la muerte
«Agua quisiera ser, luz y alma mía,
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.
Viento quisiera ser; en noche umbría,
callado hasta tu lecho penetrara,
y aspirar por tus labios me dejara
y mi vida en la tuya infundiría.
Fuego quisiera ser para abrasarte
en un volcán de amor. ¡Oh estatua inerte,
sorda a las quejas de quien supo amarte!
Y después para siempre poseerte,
tierra quisiera ser y disputarte
celoso a la codicia de la muerte.»
Anhelos, de Francisco Rodríguez Marín (1855-1943).
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