«Los textos de la ley francesa, desde la Declaración de los Derechos del
Hombre hasta la Constitución de 1958, reconocen legal y jurídicamente la
posibilidad de un derecho del incumplimiento o insurrección. El artículo 21 de
la Constitución estipula: cuando «el Gobierno viole las libertades y los derechos
garantizados por la Constitución, la resistencia en todas sus formas es
el derecho más sagrado de todos y el más imperioso de los deberes». Derecho
sagrado y deber imperioso: las palabras tienen mucho peso y significan
que más allá de la ley y del derecho, no queda nada al arbitrio de los que tienen
como tarea hacerlos respetar, sino una concepción del hombre y de la
humanidad que no puede avenirse con crímenes, muertes, desprecio, indignidad
o negación de los ciudadanos.»
[Michel Onfray: Manual de Antifilosofía]
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