Expuesta, casi fiesta,
casi venus perpetua.
Tu cuerpo se insinúa
de la luz a la sombra,
funámbula en el agua
cálida y tentadora,
pura mujer primera
que bailas la postrera
danza en la piscina.
Quieta, casi desnuda,
apoyada en la esquina,
tan cómoda suspiras
hacia el cielo y me miras
con los ojos cerrados
y con la boca abierta,
hecha toda destellos,
hecha toda planetas
que se mueven despacio
entre luz y entre sombra,
y que ahora se esconden,
y que ahora deslumbran.
29 octubre 2013
27 octubre 2013
Y disputarte celoso a la codicia de la muerte
«Agua quisiera ser, luz y alma mía,
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.
Viento quisiera ser; en noche umbría,
callado hasta tu lecho penetrara,
y aspirar por tus labios me dejara
y mi vida en la tuya infundiría.
Fuego quisiera ser para abrasarte
en un volcán de amor. ¡Oh estatua inerte,
sorda a las quejas de quien supo amarte!
Y después para siempre poseerte,
tierra quisiera ser y disputarte
celoso a la codicia de la muerte.»
Anhelos, de Francisco Rodríguez Marín (1855-1943).
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