Ella es esperantista
y yo, un esperanzado
del destello de sus ojos
y el eclipse de sus labios.
Me gusta cómo se encienden
sus palabras tras mis párpados,
cómo ríe y cómo danzan
tan elásticos sus pasos.
¡Y qué escándalo en sus gestos,
qué explosiones en sus manos!
Quién fuera teclas de piano
que acariciaran sus dedos…
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