Perdón, quería decir ‘construyendo televisión’. Es que la noticia del periódico me ha dejado flasheado. La cosa, como la cuentan en Nueva Línea, va más o menos como sigue:
Un periodista tiene un equipo, y este tipo y su equipo trabajan, simultáneamente, para el gobierno regional y para la sociedad GTM (Grupo Empresarial Televisión de Murcia); a cambio de casi 30.000 € realiza un informe para asesorar al mentado gobierno; un poco antes, su equipo se encargó de elaborar el proyecto con el que el GTM, casualmente, ha ganado el concurso público convocado para la adjudicación de la explotación de la televisión autonómica, pero la digital, la del futuro (esperemos que sigan el ejemplo del tranvía y hagan una televisión digital en blanco y negro, con carta de ajuste, para ahorrarse un dinero en el color, que los rotuladores están muy caros, y no hablemos de los pilots).
Pero la cosa continúa: la sociedad GTM, causalmente, comenzó “a construir las instalaciones de la televisión autonómica ocho meses antes de tener la concesión, con toda suerte de irregularidades en el proceso de construcción”. Y, ahora según La verdad, la sociedad de marras está formada por “once empresas (varias de ellas importantes constructoras)” que se van a encargar de “la producción audiovisual, publicidad y asistencia técnica a informativos”; informativos, supongo, para dar noticias como ésta: los miembros de la Federación Regional de Empresarios de la Construcción (¿estarán, casualmente, entre esos empresarios, algunos de los que forman el grupo GTM? Estarán, estarán..., siendo Federación "Regional") dicen que, como los han denunciado por presuntas irregularidades, van a tener que subir los precios de la vivienda, pero ya mismo, en cuanto den las próximas uvas.
Esperemos que no sigan este ejemplo todos aquellos que sean denunciados por presuntas irregularidades, porque podríamos ser protagonistas de escenas como ésta:
- Buenos días. ¿Me da una caja de preservativos?
- Claro, aquí tiene. Son ciento quince euros.
- ¿¡Qué!? ¿¡Ciento quince euros!?
- Sí, es que nos han denunciado por presuntas irregularidades y no hemos tenido más remedio que subir los precios de todos los productos. Tomarse la tensión cuesta ahora catorce euros con treinta y cinco céntimos, no vaya a creerse. La culpa no es nuestra, y mucho menos de esta farmacia -el farmacéutico levanta las manos, indignado-. La culpable ha sido la Consejería de Sanidad, que acusa a una farmacia de Jumilla de ciertas... -por no repetirse, trata de buscar otra palabra, pero como no la encuentra, concluye su argumentación-... irregularidades.
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