Rigodón vive con Janis en la pecera de serrín. En el primer intento de hacerlos convivir, allá por julio, Janis -de dos o tres meses- hirió a Rigodón -que era muy pequeño, apenas una cría-. Pero ahora Rigodón es casi tan grande como Janis.
Ellos me dijeron que querían estar juntos. Me lo dijeron oliéndose. Janis vivía en la pecera y Rigodón en una jaula. Eran vecinos que, al principio, no se hacían mucho caso. Pero Rigodón creció y empezó a desprender un olor que atrajo o abdujo o sedujo a Janis y desde entonces se pasaban los días frente a frente, separados por un cristal y unas rejas. Oliéndose. Mirándose.
El día que empezaron a vivir los dos en la pecera de serrín hubo que vigilar los posibles ataques de Janis a Rigodón, para evitar una posible masacre. No pasó nada y de momento siguen bien los dos, excavando, oliéndose, escarbando, oliéndose, haciendo galerías, túneles, pasadizos subserrináceos, oliéndose, royendo palos de madera, oliéndose, royendo rollos de cartón, comiendo, durmiendo, royendo, oliéndose.
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