11 mayo 2007

Carnaval

Llega a España el carnaval, más conocido popularmente como elecciones. Los políticos acuden a las pasarelas y a los mítines para lucir sus trajes y sus mentiras, sus máscaras y sus acusaciones, sus disfraces y sus ofertas, sus colores y sus rebajas. Sus promesas no tienen más valor que los cordones de sus zapatos.

Si fuese francés utilizaría el término spleen para referirme a la sensación que me produce el desfile electoral, pero como no lo soy utilizo las palabras hastío y tedio, las conjugo, las enjuago y obtengo el siguiente resultado: te dio hastío.

A mí también me dio hastío, pero no medio hastío, sino un hastío completo, absoluto, un aburrimiento inconsolable.

Llega a España el carnaval. Por si no había bastante con los periódicos y los telediarios, ahora empapelan la ciudad con sus caras, haciendo gala de un narcisismo inconmensurable.

Una cara, un eslogan.

Un eslogan, una súplica.

Una súplica, un ruego: tu voto.

Y es que sólo en la época de carnaval los políticos te piden algo para que tú se lo des. El resto del tiempo serán ellos los que te den.

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