Si quiere salir,
primero mira.
Junto a la puerta
y semierguida,
se queda quieta:
lenta, vigila
y observa el mundo,
me localiza
y con su voz,
piando, avisa.
Después espera,
por fin erguida
junto a la puerta,
que la salida
de su universo
se le permita.
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