«Quizá sea cierto que escribimos o leemos una biografía para entender a una persona o un momento, para desentrañar marañas de una vida, mensajes de una muerte, por compararnos, divertirnos, reconfortarnos con los males del mundo si parecen lejanos. Y entonces qué. Me preguntaba: ¿qué importa si su padre tal, la madre esto o aquello, ese colegio, si aquella tarde no llovió? Y sospechaba que escribir una biografía equivale a rendirse ante la tentación de imponerle un sentido a algo que no suele tenerlo: que no se toma el trabajo de tenerlo. La vida es, antes de ser relato, una avalancha. Y, salvo unos pocos, raros pocos, nadie vive para construir el relato de su vida: solemos estar tan ocupados, sobrepasados de vivirla. Me preguntaba entonces, escribiendo estas páginas, armando este relato de esa vida: ¿con qué buena razón? ¿Con qué derecho?» (pp. 33-34)
«Me preguntaba cómo se arma una vida. ¿Con qué pequeños datos y grandes decisiones se va trazando ese retrato que, alguna vez, será lo que quede de esos años? ¿Piensan los hombres, las mujeres en el dibujo de sus propias biografías cuando toman ciertas decisiones, determinadas vías? ¿O sus vidas más que nada les suceden, se transforman en su historia cuando ya son historia, cuando no hay mucho que se puede cambiar salvo el relato? Me preguntaba: ¿Quién arma cada vida?
Me lo preguntaba sin saber la respuesta, sin saber si la respuesta me sirve para algo: sin respuestas.» (pp. 40-41)
«Me pregunto qué podemos llamar “un camino”. Y me pregunto, ahora, ante estas líneas, cómo y para qué dibujar ese camino. Si tiene sentido cristalizar una vida si aceptamos –si es que aceptamos– que una vida está hecha de cambios como el tiempo está hecho de futuros. Y me pregunto, sobre todo, a esta altura, qué le preguntaría si pudiera […] y que, por momentos, contesto en su lugar.
[…] Y después me pregunto si serían importantes sus respuestas. ¿Aceptaría que cada cual tiene sobre sí mismo derecho a la respuesta? ¿Que el relato que vale es el que uno se inventa? Dudo: mi relación con ella es fatalmente unívoca. No habrá preguntas, sólo algunas respuestas lo bastante confusas. Pero hay algo más raro: con todas las dudas, con todos los reparos, terminaré por dibujar una imagen de ella que conocerán muchos más que los que la conocieron de verdad. ¿De verdad? ¿O debería decir en carne y hueso? ¿O debería decir en realidad, en la realidad? ¿O debería callarme?» (pp. 55-56)
«Me pregunto de nuevo qué le preguntaría -si la encontraa, si pudiera encontrarla-, qué le preguntaría. Que es como preguntarme: de todas las ignorancias, ¿cuál es la que más fuerte me amenaza? Porque sé que mis blancos serán los blancos de ella: mis ignorancias, vacíos en su vida. Temo ese azar: el descontrol de lo que pueda saber o no saber, la casualidad escribiendo no sólo una vida: también el relato de esa vida. Aunque me consuele pensando que llegaré a saber lo decisivo, aunque lo intente, me queda todo el tiempo aquella duda: ¿cómo saber que no se esconde, en alguna ignorancia, una clave perdida, la que le daría por fin a todo su sentido? Y me río al ver que sigo pensando, todavía, sin querer, que todo tiene uno.» (p. 81)
«¿Qué transforma las vidas? ¿Qué hace que de pronto todo cambie? Minucias, supongamos; un viejo barbudo que dice vayan a tal parte porque acaba de recordar que justo allí, la mirada de un chico que hace temblar las piernas de una chica, la espera de una palabra que no llega si otra la reemplaza, la lluvia que te cambia los planes poco antes y entonces sin ella nunca te habrías cruzado con aquel, un libro que te destella con sus tapas rojas, el coche que dobla donde no debiera, el terror de que nada está trazado: la sucesión de los azares, las tentativas laboriosas de darles un sentido, la tontería, la cobardía de precisar que tengan un sentido las decisiones que se toman, después de los azares. Más azares.» (p. 118)
(Martín Caparrós: Amor y anarquía. La vida urgente de Soledad Rosas. 1974-1998, Buenos Aires, Planeta, 2003)
5 comentarios:
El pdf. es sólo una parte, ¿no? Porque tiene 49 páginas y tú citas la 56...
Tiene muy buena pinta...
"El que no inventa, no vive", ha dicho la Matute en el discurso de recepción del Cervantes. Más bien, y enlazando con las sugerentes ideas que vierte aquí Caparrós, "el que vive, inventa". No hay decisión posible. De eso se alimentan, conscientes o no, las memorias, los diarios, los blogs, las autoficciones, las auto y las biografías...
"¿O debería callarme?" es una buena pregunta... :D
Uhmmmm........
http://info.nodo50.org/IMG/pdf/Martin_Caparros_Amor_y_Anarquia.pdf
--> Rocío, sí, era una parte, muchas gracias por ese enlace al libro completo. Actualizado. Aún voy por la página 69, pero sí, está bien, me interesa tanto por la historia de Soledad como por esas reflexiones del autor sobre la vida y la biografía.
--> Prana, en mi opinión vivir implica inventar, pero no al contrario. Hay quien inventa muchas cosas y no LAS vive, o quien inventa una vida que no le corresponde y nunca tendrá. Inventar pertenece al dominio de la imaginación; vivir, al cuerpo completo.
Salud!
Gracias a mi por.... Nada. jeje
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