Escucho hoy en el telediario que
el Papa va de visita a Polonia y que durante los cuatro días que dure la visita las televisiones no emitirán anuncios (no sé si han dicho ‘de mal gusto’ o ‘inmorales’) de
preservativos, lencería y cosas por el estilo. Además, no se venderá alcohol durante ese tiempo. Dicen también que eso allí es
normal. Yo no sé allí, pero eso en mi pueblo se llama
hipocresía, y no normalidad.
A no ser que lo hagan para evitar que el séquito papal no vea tales anuncios cuando vea la televisión (¿van a Polonia a ver la tele?) y que no les dé por hacer botelleo en un parque, no sea que les multen.
Aunque, digo yo, y dejando a mi mente divagar un poco, si no se va a vender alcohol, ¿de dónde van a sacar el vino estos días para celebrar la misa? Porque para ejecutar dicho sacramento hace falta vino, un vino que, en virtud de la transustanciación, se convierte, si crees y tienes fe, en la sangre de Cristo. Espero, con lo cerca que está Polonia de los Cárpatos, que no se entere nuestro amigo el Conde Drácula y sus colegas de dientes largos. Que en un momento dado algún vampiro se hace cura para poder transformar el vino en sangre, y eso que se ahorran de tener que salir por las noches a matar mortales.
Y nadie mejor que los vampiros para creer en Dios, puesto que ellos son los hijos de Satanás, y si existe Satanás, existe Dios, y los dos, por cierto, eran muy amigos, íntimos, hasta que Azrael, en un arrebato de codicia, intentó arrebatarle el trono al Padre, cuentan las crónicas, y Éste, cabreado con razón por la puñalada trapera de Belcebú (será por nombres...), le dijo algo así: ‘Hijo de puta, vete al infierno’, aunque quizá se lo dijo en inglés: 'Motherfucker, go to hell', y, claro, allá que se fue de una patada que le dio en el culo el Arcángel San Miguel: a un infierno directamente creado para Él. Pongo ‘Él’ así, con mayúsculas, porque entiendo que, aunque cabrón y todo lo que se quiera, se merece un respeto.
Al fin y al cabo fue el primer revolucionario de la historia del universo que intentó derrocar el poder establecido. Que sí, que luego habría sido más hijoputa que Dios, seguramente, suele pasar, la historia nos da muestras evidentes de eso, pero, bueno, una cosa no quita la otra. También Fidel Castro arrebató el poder a Batista y ahí lo tenemos, instalado en una dictadura de las duras: su utopía, indefectiblemente, degeneró pronto en un horror, como ocurre con toda utopía: llegan al poder, empiezan a dictar normas y todo lo que se oponga a su pensamiento es demonizado, encerrado y aniquilado. Que se lo digan a los americanos, que tienen una paranoia con los comunistas que lo flipan (ayer leí en la página de los makarras algo sobre Linux y el marxismo... Pero hay que reconocer que el tipo que escribe eso tiene imaginación: sólo le falta decir que Linux fue creado por Lucifer el mismo día que Jesús descendió a los Infiernos para tentarlo una cuarta vez).
Por eso, sin ninguna duda, Ernesto Guevara, el Che, merece el máximo respeto, porque él sí lo tenía claro: si el revolucionario se queda, degenera, por eso se fue a Bolivia, donde siguió luchando por la liberación del pueblo. De hecho, si no hubiese muerto en su lucha, estoy seguro (me juego estos dedos con los que escribo) de que habría vuelto con otros revolucionarios a Cuba para derrocar a Fidel Castro y liberar al pueblo. Como se ve, todo va en un círculo vicioso. El eterno retorno, también conocido como "más de lo mismo". Ya lo decía Laureano Cerrada Santos: El dinero pudre a quien lo toca y el poder corrompe a quien lo detenta. Este libertario, anarquista en la época franquista, se fue a Italia, robó unas planchas para imprimir billetes y dejó un reguero de billetes de norte a sur de España por la costa este (lo leí en un libro, muy interesante, titulado Los atentados contra Franco, de Elíseo Bayo -ver fragmento-. Es una pena que casi siempre fracasaran los intentos de atentado por culpa de los infiltrados fascistas... A Laureano le faltó poco para conseguirlo).
Por cierto, buscando enlaces para poner en el post me he encontrado esto: El ‘Tuppersex’ triunfa: reuniones de mujeres en casas para comprar juguetes eróticos. Pero esto, al final, está dirigido a hacer negocio: las compradoras se convierten en vendedoras, que le dan el coñazo a sus amigas para que les compren y que, a su vez, se conviertan en vendedoras, y volvemos al eterno retorno de marras. Lo mejor es ir directamente al sex-shop, que no te comen la cabeza (en tus fantasías te pueden comer otra cosa): compras lo que quieras y a disfrutar, que son cuatro días (niño, joven, adulto, viejo y muerto, y el muerto ya no cuenta en cuanto al disfrute).