Juan y Susana son vecinos de Luis y María. Se pelean y dejan de hablarse. Es más: cada vez que se cruzan por la calle se pegan y se tiran piedras. Tanta es la rabia y el odio que se tienen. Pasan los años. Un día, una pedrada de Luis acaba con la vida de Susana y Juan, para vengarse, mata a María con otra piedra. Poco después Juan, ya viejo, muere.
Pero los hijos de Luis y María conocen la historia. También la conocen los hijos de Juan y Susana. Y se pelean y se tiran piedras siempre que pueden, y pasan la vida como sus padres, pero involucrando, poco a poco, a la familia de sus respectivas parejas. Así, cuando Paco, hijo de Luis y María, va por la calle con Lucía, su mujer, y con Paquito, su hijo, y se cruzan con Antonio, hijo de Juan y Susana, salen corriendo, se esconden en las esquinas y le tiran piedras, y Antonio responde con su tirachinas.
Y así pasan las generaciones. Una tras otra, y otras tras otra más. Cinco, siete, diez, trece generaciones.
Alberto es, aunque no lo sabe, uno de los últimos descendientes de Juan y Susana, y no sabe por qué se pelea con Rubén, que es, sin saberlo, uno de los últimos descendientes de Luis y María. Ninguno de los dos sabe que se están peleando porque un día Juan regó las macetas de Susana y manchó con un poco de agua y tierra una camiseta azul de María, que la tenía colgada justo debajo.
O qué coño esperaban...
2 comentarios:
la verdad no tiene sentido pelearse sin razon ¿?
creo que cada uno tiene que aprender a convivir con el otro ya que somos un pais democratico.
tenganlo en cuenta!!!
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