¿Te sabes el de esos dos que se pasaban la vida yendo de tapas, pero nunca se ponían de acuerdo en lo que pedir? Mientras que uno pedía unos pinchicos morunos, otro pedía una jibia al vapor. Sin embargo, si alguno de los dos cambiaba de parecer y decidía pedir lo mismo que había pedido su compañero de mesa, éste experimentaba un extraño cambio de apetito que le llevaba a pedir una tapa distinta a la que pocos segundos antes había pedido.
Esta falta de acuerdo generaba una terrible indignación en la gran mayoría de propietarios del bar, cuya cifra total rondaba los 45 millones, pero su problema era que no eran conscientes de su situación: que ellos eran los propietarios del bar, como claramente se podía leer en el apartado 1.2 de la Hoja de reclamaciones. El problema, en realidad, es que la Hoja de reclamaciones era para los clientes, y por eso los propietarios no se atrevían a pedirla, pues no sabían que, aun siendo propietarios, también eran clientes.
1 comentario:
Es verdad, ya lo decía yo, nos quejamos poco. Debieramos tener más claro quien es el empleado de quien, y actuar en consecuencia.
Nosotros les hemos puesto ahí. Somos nosotros quienes tenemos el poder, que delegamos por cuestiones pragmáticas en un sector de la sociedad que llamamos "Políticos".
Arístóteles, pensó:
1.- los políticos son hombres.
2.- los políticos son animales.
ergo "El hombre es un animal político" (zôon politikón)
Obviamente, se equivicó, puesto que debía de haber dicho "Los políticos son unos animales que viven entre los hombres", pero como vió que quedaba bonito...en fín, ahora todo eso es Historia.
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