12 octubre 2008

11 octubre 2008

Palíndromos varios

ATAR AL HADA, CROAR, AHORCADA LA RATA

A CROAR, AHORCA

A CROAR, ASAR, AHORCA

SALAR AHORCA, CROAR ALAS


¡ARRE! PAREMOS A LA SOMERA PERRA


LA METE MAL


ÁGIL SOTA, A TOS LIGA


SALAR SALAS RALAS


10 octubre 2008

Poesía matemática


ALBERGA ÁLGEBRA

(letra numérica / palabra matemática)
= igual =
(mente poética)

(poematemática)

09 octubre 2008

Manifestacionarte, o el entierro del arte

Ayer por la mañana leí en un periódico gratuito que a las ocho de la tarde había una manifestación contra la censura (ya saben de qué hablo: de cómo el PP de Murcia censuró, prohibió la actuación de Leo Bassi programada en el Festival AlterArte), así que a las ocho me planté allí, en Santo Domingo. Me dieron una pegatina, pillé una máscara blanca con la boca tapada y, como siempre estoy en el sitio adecuado en el momento preciso, cuando me quise dar cuenta me encontré sentado en el suelo con la máscara puesta, rodeado por un montón de gente vestida de color oscuro con sus máscaras blancas de protesta.

Fue entonces cuando pensé que, más que en una manifestación, estábamos en un entierro: los tipos con las máscaras éramos los restos de un accidente que se había cobrado la vida de la libertad de expresión. He ahí la víctima. El asesino, en cambio, no estaba allí, pero todos sabemos quién es: el de la boca negra y las manos sucias y la mentira presta. He ahí el tirano.

Porque, pensé, la censura es propia de estados dictatoriales, de estados fascistas, de autocracias que se retroalimentan de sí mismas, de la más pura endogamia política. Es propia de tiempos pasados en los que el poder omnímodo lo tenía el dictador en su puño tirano.

Sin embargo, en pleno siglo XXI y en una ciudad de un estado social, democrático y de derecho, practican la censura unos políticos pletóricos de perras para perpetuar su partido en el poder: el político imperante pretende imponer su pensamiento pestilente y que el pueblo se pudra entre patrañas.















08 octubre 2008

Diálogo dramático

—Yo soy un actor.

—Pues yo soy un personaje que hace de actor.

—Yo, como actor, hago de personaje.

—Pues yo, como personaje, hago de actor y, como tal, podría interpretar cualquier otro papel, incluido el mío propio: el de personaje.

—Yo, como actor, también podría hacer de personaje y, como tal, podría representarme a mí mismo, es decir, hacer de personaje que hace de actor.

—Pues estamos en las mismas: tú harías de personaje que hace de actor y yo, de actor que hace de personaje.

—Ya, pero entonces tú seguirías siendo un personaje y yo, un actor.

—Pues no, porque yo sería un actor (¡yo sería un actor!) que interpreta a un personaje y tú serías un personaje (¡tú serías un personaje!) que interpreta a un actor.

—No, eso no puede ser, porque un personaje no puede interpretar: es el actor quien interpreta; el personaje es.

—¿Y tú no eres?

—Yo soy; pero soy un actor.

—Y yo soy un personaje que hace de actor.

—Esto es imposible. ¿Cómo vas a ser un personaje? El personaje sólo existe en la obra, o sobre el escenario una vez que se levanta el telón.

—Exacto. Si te das cuenta, estamos sobre un escenario y el telón, míralo, está levantado.

—Uff... Eso complica mucho las cosas.

—Claro: resulta, así, que tú eres un personaje que se cree actor.

—Entonces, tú... ¿Qué eres? ¿Un personaje que se cree personaje que hace de actor?

—Pues yo... No. La culpa es del autor.

—¿El autor? ¿Y qué pinta aquí el autor? ¿Dónde está el autor? Además, yo no necesito a ningún autor para interpretar mi papel.

—Olvidas, de nuevo, que no eres intérprete ni actor: eres personaje. Somos personajes. Si fueses actor serías un mal actor: no tendrías claro que ahora debes ser personaje.

—Pues me niego a serlo.

—Pues como ése es tu trabajo y no quieres hacerlo, estás despedido.

—¿Qué? ¿Despedido? ¿Por qué?

—Porque yo, además de personaje, soy el director de escena, y tus titubeos y vacilaciones están retrasando mucho este estreno de la obra. Mira la gente: los espectadores están esperando que empecemos a actuar.

—¿Qué empecemos a actuar? ¡Pero si tú eres personaje y, como tal, no puedes actuar!

—Yo seré personaje, pero también soy actor y director escénico.

—Ah, ya entiendo. Eres un ser hipostático, como Dios.

—No: aquí Dios es el autor.

—¿Y dónde está el autor?

—En su casa. Le daba miedo venir al estreno de su obra. Nunca ha ido al estreno de ninguna de sus obras.

—¿Y de qué trata esta obra que estrenamos?

—¿Lo ves? Por eso estás despedido. Has venido a interpretar a un actor que se encuentra con su personaje, pero ni siquiera te has leído el guión.

—Está bien, lo reconozco: no me he leído el guión, pero ha sido por una razón obvia.

—A ver esa obviedad...

—Pues resulta que, al ver que la obra se desarrollaba entre un actor y su personaje, era más que evidente que, al ser yo realmente un actor, el diálogo que mantuviera con el personaje tendría que ser el que hubiera en el guión. No podría ser otro, siendo yo actor y tú personaje.

—Mal vista esa obviedad. Según el guión, fíjate, tú tendrías que matarme.

—¿Matar al personaje?

—Evidentemente: el personaje te roba la identidad. Es tu suplantación, tu simulación, tu gran falsedad...

—¿Sabes lo que te digo?

—¿Qué?

—Que voy a matarte.

—No, hombre, ya no tiene sentido. Así ya no arreglas nada. Tendría sentido si hubieras seguido fielmente el guión, pero como ni te lo has leído...

—Estás equivocado. Además de que me lo he estudiado, pues todo este diálogo que hemos mantenido es exactamente, con las mismas palabras, el que había en el guión, tiene mucho sentido que mate a quien me acaba de despedir injustamente, así que date por muerto.


[El actor empuja al personaje, que cae al suelo, exánime.

Cae el telón.]


05 octubre 2008

Originalidad

«Federico García Lorca es quizá, de todos los poetas modernos, el de más definitiva originalidad.»

A. A.

Probabilidad

Cuando llegó se quedó maravillado. Así que aquellas eran las pirámides. Ni las fotos de las enciclopedias ni las pinturas les hacían justicia. Eran enormes, inmensas, desmesuradas.

En un primer momento pensó en quedarse a contemplarlas, mantenerse alejado de Hungría, su tierra, que estaba siendo ocupada, aquel diecisiete de marzo de 1944, por los nazis, pero le vino a la memoria aquel lugar, la playa del póster en blanco y negro que tenía en la pared de su laboratorio: Honolulu.

Cuando llegó se llevó una decepción. La playa del póster era una maravilla, un lugar paradisíaco, pero aquella playa... Era la misma, pero estaba llena de basura, algas y maderas podridas arrastradas por la marea, así que, con el ceño fruncido, rebuscó en su memoria un lugar al que siempre hubiese querido ir.

Extrañamente, no se le ocurrían más que nombres de países que estaban cerca del suyo. Después le vino a la mente Nueva York, la Antártida, las Galápagos, cualquier sitio lejos de su patria, pero no quería ir a aquellos sitios: quería sitios sublimes, mayestáticos. ¡Ajá! Por ejemplo. Aquel lugar estaría muy bien y, aunque estaba en Italia y la guerra allí estaba en plena ebullición, los combates no habrían llegado hasta aquel rincón, así que se subió en el teletransportador que acababa de inventar hacía quince minutos y tecleó las coordenadas.

* * *

Sus esperanzas eran mínimas cuando introdujo por enésima vez las coordenadas 30º 02 25.21"N, 31º 05 38.93"E. Llevaba cinco años trabajando en el teletransporte y todo eran fracasos, pero cuando insertó el último dígito y apretó el botón, sintió que su cuerpo iba a explotar. Una ola de calor lo envolvió por completo y, de pronto, la materia pareció disolverse, desintegrarse, desleírse a una velocidad frenética. De repente apareció allí, al pie de la Pirámide de Keops.

* * *

Antes de teletransportarse a las coordenadas 40° 49′ 0″ N, 14° 26′ 0″ E debería haber tenido en cuenta, aun en contra de toda microscópica probabilidad, que el Vesubio podría estar en erupción.


04 octubre 2008

Apagar el despertador

«Véngate del despertador. Colacao te regala el único despertador que se apaga lanzándolo».

Pues yo no sé los vuestros, pero todos los despertadores que yo he tenido se han apagado lanzándolos. Y para siempre: no han vuelto a molestarme.

Intercambio... de enlaces

He recibido este mensaje:

« -- Mensaje original -- / De: Keyla --- / Para: ed.expunctor---- / Enviado: viernes, 3 de octubre, 2008 16:37:37 / Asunto: Intercambio de Enlaces

Hola,

Quisiera saber si están interesados en intercambiar enlaces, como ya sabes esto es un beneficio para ambos. Si estas interesado, devuelveme el e-mail.

Estare esperando tu e-mail

Atentamente,

Keyla Rivas

keyla@-----------.com »


Y he enviado esta respuesta:

« Me tendrá usted que disculpar, pero yo no soy nadie para decidir sobre el intercambio de enlaces: no creo adecuado obligar a los enlaces a intercambiarse. Quién sabe si tienen pareja estable y no quieren probar con otros enlaces porque su vida les satisface plenamente.

En cualquier caso, si alguno de mis enlaces solicita el intercambio lo pondré en su conocimiento.

Atentamente,

Ed. Expunctor. »


03 octubre 2008

Trivialidad

«Un poeta debe recordar que su poesía es la culpable de la trivialidad de la vida, y el hombre en la vida ha de saber que su falta de exigencia y de seriedad en sus problemas existenciales es la culpable de la esterilidad del arte.»

M. M. B.

Honrado

Hoy, como siempre, tengo un día auténtico. No he dicho una sola mentira en lo que va de mañana, y las palabras que pronunciaré durante el resto del día serán tan verdaderas como las que hasta ahora he dicho, tan ciertas como estas mismas palabras.

No pienso disculparme, ni se me pasa por la cabeza matizar mis afirmaciones. Llámenme sincero o, si lo prefieren, honesto: hoy, para variar, soy un puro reflejo de mí mismo, de modo que déjenme seguir contando esta sucesión de verdades ininterrumpida.

Pero..., ¿qué hacen? ¡Suéltenme! Si no me sueltan, me veré en la necesidad de contarles unas cuantas mentiras, y no me gustaría caer tan bajo, porque yo estoy muy arriba. Cada vez que caigo tan bajo, muero, y estoy harto de tener que sufrir cada día mi muerte.


¿Crisis? Lo que hay es mucho hijo de puta


Para paliar la crisis se les regala a los bancos miles de millones de euros: es como regalarle a los asesinos la vida de sus víctimas, en vez de darles medicamentos a las víctimas para que se curen. Quiero decir que si con el dinero que los gobiernos les van a regalar a los bancos pagasen las hipotecas de la gente, la crisis nos sudaría la polla, hijos de puta.

02 octubre 2008

Fingidor

Hoy, para variar, tengo un día fingido. No he dicho una sola verdad en lo que va de mañana, y las palabras que pronunciaré durante el resto del día serán tan falsas como las que hasta ahora he dicho, tan ilusorias como estas mismas palabras.

No pienso disculparme, ni se me pasa por la cabeza matizar mis afirmaciones. Llámenme mentiroso o, si lo prefieren, impostor: hoy, como siempre, soy una pura ficcionalización de mí mismo, de modo que déjenme seguir contando esta sucesión de engaños ininterrumpida.

Pero..., ¿qué hacen? ¡Suéltenme! Si no me sueltan, me veré en la necesidad de contarles unas cuantas verdades, y no me gustaría caer tan bajo, porque yo estoy muy arriba. Cada vez que caigo tan bajo, muero, y estoy harto de tener que simular cada día mi muerte.