También tienen los jerbos instintos de serpiente. Además de reptar sigilosos, sus colas actúan como anacondas: constriñen, lúdicos, al compañero de pecera con un movimiento sinuoso y curvilíneo que recuerda una espiral de fuerzas descontroladas que se retuercen en un juego prolongado de unos mil cien días de duración.
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