Después de prenderle fuego al cigarro, capturamos a la muerte y paladeamos su sabor, degustamos su cuerpo en el ataúd de nuestra boca y lo arrastramos, con un movimiento de inspiración, a la Estigia de nuestros pulmones. Allí dentro, la muerte nada, flota, repta durante unos segundos antes de que nuestras bombonas de oxígeno la expulsen amortajada en virutas de humo.
Agotadas las cenizas, extinguidas las memorias, muerto el cigarro, la muerte ya no está. Se ha esfumado.
En nuestros pulmones, pequeños fragmentos de muerte reptan, flotan, nadan.
3 comentarios:
Truculento ;-)
Nada, que ni leyendo este apocalíptico post creo que vaya a dejar el vicio. Sigue así, puede que algún día lo dejemos. Un saludo y espero que puedas visitarme.
tomatoma, está hecho para acojonar e infundir pavor en los pulmones XDDD
lanobil, seguro que, si no antes, el día que nos lleve la muerte lo dejamos, así que no hay por qué preocuparse XDDD
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