Hace una semana estaba exactamente donde estoy ahora, en la Hemeroteca de la Biblioteca Nebrija. Eran las diez de la mañana y entró un hombre mayor con un paquete en la mano. Se acercó al bibliotecario y le dijo, más o menos, lo siguiente:
-Buenos días. Vengo a traer este libro -mostrando el paquete- de parte de una persona que quiere permanecer en el anonimato. El libro -se lo entrega al bibliotecario- fue sustraído hace tiempo de la Biblioteca, como puede ver -señala- aquí y aquí, donde figura la signatura. Es una edición de mil ochocientos y pico -el año concreto no lo pude escuchar- de la obra -creí oír Cuadernos de Clase, pero he estado mirando y no encaja, así que oí mal- de Valera -seguramente sería una primera edición-. Y para cumplir con mi recado, aquí le entrego el libro para que vuelva al lugar del que nunca debió salir -concluye el hombre-.
-¿Y usted cómo se llama? -pregunta el bibliotecario.
-Ah, no, aquí mi nombre no interesa: yo sólo soy un mandado.
-No, si no era por nada, sólo para darle las gracias. Yo le daré ahora el libro al responsable del Fondo Antiguo para que lo fiche.
El hombre se despidió y se fue, pero a los pocos minutos regresó para decirle al bibliotecario:
-Sólo quería decirle que yo fui profesor hace muchos años en la Facultad de Letras, qué tiempos aquellos, vaya recuerdos... Bueno, sólo quería decirle esto. Hasta luego.
-Hasta luego, caballero, y muchas gracias.
1 comentario:
Jo, qué misterio, ¿quién se llevó ese libro? Quizás lo sacó él mismo y 20 años después lo encontró en algún rincón olvidado de su biblioteca y se decidió a devolverlo. También puede ser que en el hogar del pensionista hagan bookcrossing y el hombre reconociera la singlatura dados sus antecendentes profesionales. Quizás algún compañero docente se lo dejara como recuerdo tras su fallecimiento y, en vista del valor del manuscrito, se apresuró a devolverlo a los fondos públicos...
Así no se puede trabajar en la biblioteca xDDD
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