El otro día no tenía pensado encontrarme nada, pero me encontré 50 €, un billete extendido sobre el asfalto, y me acordé de aquella vez en la que iba a encontrarme 5 € y una señora mayor dotada de una flexibilidad indescriptible se me adelantó. Si aquella vez sólo había una señora y me arrebató el hallazgo, esta vez rodeaba al billete una manada de chavales: seis niños que jugueteaban a dos escasos metros del papel timbrado, y dos señoras ataviadas con delantal y alpargatas marujeando en la puerta de su casa, a tres escasos metros del parné huérfano. Pero este billete
yacer en mi bolsillo.
También me acordé de aquella vez en la que perdí 15 €: yo me metí la mano en el bolsillo, noté un papel arrugado y, como suelo llevar los billetes en la cartera, pensando que era una servilleta de la cafetería o un recibo de devolución de la biblioteca, lo tiré al suelo: tiré al suelo 15 euros, y cuando me volvió la iluminación regresé raudo y veloz, mas con poca esperanza, al sitio del despilfarro, pero los billetes de 10 y de 5 ya no estaban allí, aunque pocos días después de perder los 15 € me encontré cuatro monedas de un euro, y mucho antes de aquello, mucho antes, me encontré una cantidad que, por excesiva, no especificaré, pues su sola mención puede resultar infame ante los ojos de quien nunca halló tal ni por asomo.
2 comentarios:
Qué curioso eso de hacer un balance con su "debe" y su "haber" de las cantidades que pierdes y encuentras. A ver si va a ser verdad que al final existe un equilibrio en el universo, claro que si existe, me da la sensación de que te tocaría perder pasta la próxima vez.
Sí, es más o menos un ligero balance de la suerte, pero espero fervientemente que en el universo no haya equilibrio XDDDD
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