12 noviembre 2006

Machismo en las señales de tráfico

Ayer vi en el telediario que el alcalde de Fuenlabrada considera que las señales de tráfico son tan machistas como el lenguaje y ha decidido cambiar algunas. En el triángulo de borde rojo y fondo blanco donde antes salía un monigote cruzando por un paso de cebra, ahora saldrá un monigote con falda y con coleta cruzando por un paso de cebra.

Alguien debería comentarle a este señor que, en realidad, el monigote no es un hombre, sólo representa un hombre, y cuando decimos “hombre” nos referimos a “hombre y mujer”, porque el lenguaje es un tipo tan de puta madre que nos ahorra energía y esfuerzo. En concreto, esta cosa de la que hablamos se llama ‘economía’, y es un principio que vale tanto para el lenguaje humano como para otros códigos, incluido el de circulación. Ponerle a un monigote una coleta no soluciona nada, antes al contrario: implica un gasto inútil del dinero del contribuyente, porque la coleta no le hace falta al código: el receptor sabe de sobra que ese monigote representa a una persona, y no es significativo el hecho de que sea de sexo femenino o de sexo masculino, de modo que no tiene ninguna relevancia el detalle de que el monigote lleve coleta, sombrero, piercings, tatuajes, zapatos de tacón, o un cigarro en la mano. Lo significativo sí es, por ejemplo, el tamaño del monigote: si es grande se sabrá que se refiere a peatones, en general, sin especificar absolutamente nada; si es pequeño se sabrá que se refiere a niños y, por tanto, habrá que tener mayor precaución. Así de sencillo.

No obstante, ya hay señales como esta en las que uno de los monigotes lleva coleta. En este caso concreto, si bien es antieconómico, tiene relevancia la coleta porque trata de asegurar que el mensaje es bien entendido por el receptor: incide en el hecho de que son niños los que pueden cruzar, aunque según la lógica alcaldil el niño llevaría la cabeza rapada al cero.

Poniendo al monigote de las señales falda y coleta, fuera del caso anterior, lo único que se consigue es seguir eternizando los estereotipos: las niñas, con falda y coleta; los niños, con pantalón y pelo corto.

También podría dedicarme a hablar de esa costumbre de ser políticamente correcto y lingüísticamente inepto y que tanto se aproxima a la actitud alcaldil: “Queridos amigos y amigas, estoy encantado de que hayáis venido blablablá, porque todos y todas los y las que estamos aquí blablablá tenemos en común el interés por blablablear blablablá y vosotros y vosotras sabéis perfectamente que todos y todas tenemos que blablablá blablablá”, pero paso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que eso es lo que ocurre cuando alguien se las quiere dar de ser el mas tolerante, el menos machista, el mas respetuoso y el mas chuli-guay... que se acaban sacando de quicio muchas cosas y haciendo y diciendo tonterias.

Por mi parte se que nunca ire a sus casas si me invitan a comer pollo.

Un saludo!

ed.expunctor dijo...

Por si acaso... Porque quién sabe... Y al oírlo no sabes si es con "ll" o con "y"...

Paz!