Verlo desde lejos impresiona, pero impresiona más una vez que ya lo has visto desde cerca y has entrado y has recorrido las estancias, las docenas y docenas de estancias y salones y terrazas y la cocina, y te has metido en las almenas y has contemplado el abigarramiento de objetos del interior debido al afán coleccionista de los inquilinos y a la cortesía interesada de sus visitas, y te has deleitado en la multitud de estilos arquitectónicos que le han dado forma porque se le han amontonado a lo largo del tiempo que tardaron en construirlo, sin querer pensar -¡sin querer pensar!- en los obreros ni en cómo subieron todas esas piedras ni en cómo las pusieron unas encima de otras, porque es tanta la magnificencia de la construcción que preferimos, en un acto consciente de resignación y momentáneo de olvido, contemplar la belleza del palacio, por eso al verlo desde lejos una vez que has estado dentro entiendes la impresión.
2 comentarios:
Precioso!
Es la caña. Si algún día digo de suicidarme vuelvo a Sintra, me voy al Palacio da Pena y desde la torre más alta me tiro, XDDD.
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