El Gobierno de este país quiere imponer la asignatura “Educación para la democracia” para que los niños salgan de la escuela democráticamente educados. Sin embargo, esa asignatura sería tan inconstitucional como la asignatura de “Religión católica”. Tanto que se quejan unos y tanto que se quejan otros.
Yo me quejo por todos: ¿por qué usted, Gobierno, va a educar a mi hijo en una doctrina política (o religiosa y de culto) cuando la Constitución le garantiza la libertad ideológica, religiosa y de pensamiento (arts. 16 y 20)? Y poca libertad va a tener si desde su más tierna infancia se dedican ustedes a inculcarle ideas políticas e ideológicas en su cabecita fácilmente manipulable a tan temprana edad, como saben muchas sectas que se dedican a semejantes prácticas manipulatorias.
Si yo, padre del alumno, quiero que mi hijo tenga una educación religiosa, ya me encargaré yo de educarlo en ese ámbito; quien lo prefiera, que lo lleve a la iglesia de turno para que lo eduquen religiosamente. Si quiero que mi hijo tenga una educación política, yo se la daré; quien lo prefiera, que lo lleve al partido de turno para que lo eduquen políticamente. Y cuando el niño sea mayor, que haga lo que le dé la gana. Curiosamente, si se le da una educación religiosa nadie puede asombrarse de que salga más ateo que las ranas; si política, que nadie se asombre si finalmente resulta tan interesado en la política como las ratas.
¿Les educaron a ustedes ‘para la democracia’? No, la cosa no estaba para democracias, pero son ustedes, gobernantes y oposiciones, más demócratas que la misma Señora Democracia; vamos, que la Señora Democracia, comparada con ustedes, es una tirana... cuando no está de acuerdo con sus posiciones. Porque aquí, en este país, se define así la democracia: si no estás conmigo, eres un mal demócrata, aunque podríamos pactar algo a cambio de algo; si estás con ellos, eres antidemócrata, y no nos pondremos de acuerdo ni para elegir el color de los micrófonos.
Pues qué quieren que les diga, esta democracia deja mucho que desear, y ese mucho deseable se podría solucionar pero, causalmente, no le interesa a ningún partido político que se intente siquiera instaurar una democracia más cercana a la democracia directa: nos consultan una vez cada cuatro años para que les digamos qué partido queremos que gobierne. Y se acabó. Nuestra opinión no les vuelve a importar hasta dentro de otros cuatro años. Entretanto, se dedican a sacar el máximo beneficio e interés de sus gestiones, a atar cabos e intentar eternizar su posición en el poder. Así funciona esta democracia.
Es curioso que el DRAE defina ‘democracia’ como 1. f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno, y 2. f. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado, y digo que es curioso porque, díganme, ¿dónde está el predominio del pueblo en el gobierno? ¿En abrir la boca una vez cada cuatro años? Pues vaya un predominio... A no ser que entendamos la palabra así: pre-dominio, o sea, lo que hay antes del dominio. Pues sí, será eso: que nosotros, pueblo, aún estamos en la zona previa al dominio.
3 comentarios:
Me ha parecido una reflexión muy acertada. Ocurre en ciertas ocasiones que todo lo que suene a democracia nos parece bueno, y que todo lo que lleva la palabra demócrata es tolerable. Esto no es así, tal como has argumentado tú. No se debe (en mi opinión) impartir esa asignatura, o volveremos a épocas recientes en que la "exaltación del espíritu nacional" era una asignatura.
¿Por dónde andas, Jony? A ver si das señales físicas de vida...
Ando ejerciendo la docencia (que no la decencia) en un curso de photoshop. Ya te contaré. Te llamo esta semana.
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