Recientemente se descubrió una nueva ley física que viene afectando a los objetos desde que se inventó la cuchara allá por el Paleolítico, y no antes.
Según esta ley, todo objeto con forma de cuchara atrae hacia su parte cóncava cualquier chorro de agua y, en general, de líquido.
Esta formulación básica experimenta una ampliación de sus términos aplicable desde el momento en que se inventa la llave de paso, de modo que, desde entonces, todo objeto con forma de cuchara tiende, asimismo, a estar situado espacialmente en un plano inferior a todo grifo.
De hecho, la máxima aplicabilidad de esta ley física se da en los fregaderos en el preciso momento de girar la llave que permite la salida del agua. En dicho contexto espacial, se considera, por ejemplo, que un tapón de botella o la tapa de un bote tienen forma de cuchara y, por tanto, tenderán a estar justo debajo del grifo.
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