La tentación se disfraza
de cristales y tentáculos.
Cada cristal es un ticket
para viajar a otro mundo.
Cada tentáculo tiene
cien cristales y cien viajes.
Los cristales se repiten
como gotas en la lluvia
y conforman el espejo
gris que atravesó Alicia.
Un país de maravillas
podría ser tu destino,
vivirías distorsiones
del tiempo y del espacio,
de la percepción, del ritmo:
tu mano ya no sería
tu mano, sino una mano
más lenta y menos mano,
más pesada y menos mano,
menos mano, mucho menos;
en tu boca, la sequía,
y en tus ojos, telarañas
rojas, párpados caídos.
También un mundo posible
de vesania y de locura
puede hallarse al otro lado,
y un pánico insondable
caer dentro de tu mente
para degollar los hilos
que te unen al espejo.
Querrás entonces salir,
renegar de los cristales
y escapar de su tentáculo,
pero un espejo roto
siempre suelta mala suerte,
y el tentáculo se agarra
como rémora a la vida.
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