Yo no persigo sino el puro roce
de tus húmedos labios,
su caricia translúcida, impura.
También persigo el tacto inmaculado
de tus manos ardientes,
de tus dedos magmáticos.
Si me vieras los ojos desangrarse
soportando el afán
de ver tus labios húmedos
robándole suspiros a mis labios...
Lanzarías tus besos
como lluvia de estrellas no fugaz,
sino lenta y eterna.
Inacabablemente llorarías
lenguas sobre mi cuerpo
persiguiendo mi muerte y mi derribo.
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