Su incipiente calvicie le está dando unos quebraderos de cabeza inaceptables. Camina obsesionado, totalmente seguro de que todo el mundo tiene la vista puesta en su cabeza, en cuya coronilla se deja entrever un principio de alopecia que podría degenerar en una caída total de sus negras e hirsutas melenas. Este pensamiento lo mortifica sobremanera todos los días, y no encuentra la forma de que llegue la noche adecuada, que le traerá unas horas en las que podrá reconfortarse.
Los días se le hacen eternos. Desde que advirtió hace varios meses aquella circunstancia de su cabeza, no ha podido dejar de pensar en ella ni un segundo. La perturbación ronda su mente a todas horas, constantemente, ininterrumpidamente. En su imaginación todo son pelos que mueren y pelos que caen, pelos que se liberan de sus raíces y pelos que se suicidan.
Este acontecimiento lo aleja de la realidad conforme pasan los días, las semanas, los meses. Su mundo se va reduciendo cada vez más al asunto de su cabeza, al asunto del pelo que ya no hay en su cabeza. Ni siquiera tiene ganas de desayunar cuando se levanta, porque la parte convexa de la cuchara le sugiere una calva de plata reluciente, y la imagen de la calva y de la plata reluciente le produce escalofríos, y, como un autómata, hoy ha salido a la calle absorto como siempre en su problema, caminando hacia su lugar de trabajo.
Un ambiente onírico lo envuelve todo. No hay casi nadie por la calle, y sólo algún coche despistado circula perezoso por la ciudad. Él apenas se ha dado cuenta de estos detalles, tan abstraído como va en su problema. Lo que no le ha pasado inadvertido ha sido el hecho de que el edificio de la empresa en que trabajaba esté cerrado. Entonces ha caído en la cuenta de que quizá esté soñando, y la cara se le ha iluminado. Pero no. Sabe que no está soñando: su estómago ruge, así que se dirige al bar de la esquina y pide un café con leche y unas tostadas mientras ve en el cristal de la ventana el reflejo de su incipiente calvicie, aquel pequeño hueco sin pelo en su coronilla.
Cuando sale del bar dispone de una información valiosa: hoy es domingo. Piensa en irse a su casa a dormir, pero sabe que no podrá pegar ojo: del tamaño del de un cíclope es el espacio calvo en su cabeza, de modo que opta por pasear. Nunca antes había entrado en una comunión tan plena con el entorno. Casi todo lo que le rodea le sugiere caída de cabello, calvicie, lepra capilar. Un trozo de pared desconchado, un agujero en la acera, un hilo en el suelo, un coche abollado, un faro fundido, una manchita de aceite en la carretera. Por primera vez en su vida se compadece de una flor, cuyos pétalos se secan sobre el suelo, y ha estado varias horas contemplando aquel desastre, aquel cataclismo de la naturaleza.
El día se le está haciendo inacabable, al igual que todos los días de los últimos meses. Después de que su estómago le avise de que es la hora de la comida, entra al primer restaurante que encuentra, pero tiene que rechazar el menú del día. Ver los espaguetis en los platos de los demás clientes le está revolviendo el estómago. Durante la comida se ha levantado cinco veces para ir al servicio, donde ha inspeccionado su coronilla, que sigue igual de vacía.
A pesar del sufrimiento y desasosiego con que ha transcurrido la comida, sale contento de aquel restaurante: ha visto en el calendario que hoy es veinte de abril y que esta noche hay luna llena, así que sólo tiene que esperar unas horas para convertirse en hombre-lobo.
6 comentarios:
Sin pelo sin dientes y desnudos nacimos....todo lo demas es lucro.XDDDD.
espero que esta historia no sea tuya personal.
mem.
Hombre lobo,umm, ya me gustaría, por cierto me has jodido bien, ya no podre tomar café tranquilo nunca más,
la cucharilla recuerda a una coronilla... escalofriante.
Y qué más dará que exista pelo en exceso o en defecto si ahora en cualquier centro de estética te hacen tratamientos milagrosos. ¿Cómo aullará un hombre lobo haciéndose la cera? Al menos pudo comprender a una flor y eso no hay centro que lo enseñe :) Besissss
M[enos] e[s] m[ás]-- Mira que nacimos sin muchas cosas... No llames lucro a, entre otras, la escritura...
Nuevo Ícaro-- Prueba con cucharas de plástico o de madera. Se vive mejor XDD
Dark-- No creo que se haga la cera. Iría en contra de sus principios y de sus pelos. XDD
Que desasosiego Ed. Ahora creo que mis paseos por la cuidad no serán los mismos con tantos elementos evocándome/riendose de mi dudosa condición XDD
Por cierto, recién caído del guindo que Mem es Menos es Más -=+...
Un saludo
No llames dudosa a tal condición: no hay dudas al respecto. Lo importante es no darle una importancia mayor a la que tiene: consecuencia evolutiva, el hombre se dirige hacia un cuerpo carente de pelo, aunque qué será del pensamiento, cuyo ritmo está determinado por cómo nos frotamos las barbas...
Paz!
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