Su sexo es un generador
de espasmos electroextáticos,
una dinamo que irradia
el voltaje máximo
ante el mínimo contacto,
un émbolo insaciable
que comprime mi cilindro
con sus giros regulables,
un imán que polariza
mis labios con descargas
de tormenta pornomagnética,
un pararrayos cósmico
de filamentos carnívoros;
la pura atracción,
el conductor paradigmático
de corrientes eróticas,
el ingrávido circuito
que incinera mi fusible,
el enchufe al otro mundo
donde muero calcinado.
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