Uñas irregulares. Altas, bajas.
Bailarinas que danzan en el teatro
de mi espalda con pulso cirujano.
Ejecutan coreografías varias
improvisando el salto, el giro, y clavan
su nácar en mi carne, escenario
que será, al final, polvo, o barro,
pero que es ahora tabla en la que bailan
sus uñas, diez esclavas virtuosas
que en sádico arrebato de su dueña
ensimismada muerden mi materia
con dulces dentelladas, y en mi boca,
pecho y vientre taladran y resuellan
hasta exprimir fecundas mis arterias.
3 comentarios:
No duele? O en el momento de pasión no se nota?
Besos.
¿Es que no lo sabes? :DDD
Pues no, a mí nunca me han arañado la espalda :p
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