Estaba
claro que, al amanecer en aquel lugar, ciertas cosas habrían
ocurrido la noche anterior, máxime teniendo en cuenta las
condiciones de semejante despertar. Ambos estaban casi desnudos y
tenían los cuerpos manchados de sangre: uno tenía un ojo tapado con
un parche, y otro llevaba una mano vendada. Primero despertó Uno
(llamémoslos así: Uno y Otro), que notó la mano entumecida y se
sorprendió al ver el ojo de Otro tapado con un parche, pero más se
sorprendió al intentar rascarse detrás de la oreja y caer entonces
en la cuenta de que su mano estaba vendada. Por un segundo una
relación atravesó sus pensamientos, pero la descartó
provisionalmente para sacudir a Otro.
Otro
despertó con las sacudidas de Uno, abrió los ojos y vio la mitad de
lo que en condiciones normales habría visto.
Uno
intentó charlar un rato con Otro para averiguar lo ocurrido, y le
hizo preguntas, pero Otro respondió con otras preguntas. Aquí
tenemos un ejemplo:
Uno.-
¿Qué pasó anoche?
Otro.-
¿Es que no lo recuerdas?
Uno.-
¿Acaso yo te hice lo del ojo?
Otro.-
¿De qué ojo estás hablando? ¿De este que tengo vendado?
Uno.-
¿Por qué no me contestas, si sabes perfectamente que me refiero
precisamente a ese ojo?
Otro.-
¿Para qué me preguntas, si sabes perfectamente lo que ocurrió con
tu mano y con mi ojo?
Uno.-
¿Crees que te lo preguntaría si lo supiera?
Otro.-
¿Me preguntas si lo creo de veras? ¿Acaso soy yo quien debe contar
lo que pasó?
Tanta
interrogación le trajo a Uno a la memoria la relación que hacía
unos minutos había descartado de su pensamiento: la relación entre
su mano vendada y el ojo parcheado. Tenía la mano entumecida, como
ya quedó dicho, y conforme iba despertando un dolor terrible le
recorría los dedos. Quería quitarse la venda pero le daba miedo,
igual que le daba miedo quitarle el parche a Otro del ojo. ¿Qué
podría encontrarse detrás de semejantes endebles protecciones?
Otro
se reía.
Otro.-
¿Me dices en serio que no lo recuerdas?
Uno.-
¿Te lo preguntaría si lo recordara?
Otro
seguía riéndose, y enseguida se quedó durmiendo, o dormido, quién
sabe. Uno lo sacudió, pero no consiguió que Otro despertase de
nuevo, así que, hasta que pudiera volver a hablar con Otro, se le
quedó cara de interrogación, con el ceño fruncido, odiando un poco
a Otro por no decirle qué pasó la noche anterior. Instantes antes
de quedarse él también dormido, o durmiendo, quién sabe, lo
recordó todo, solo falta saber si cuando despierte lo seguirá
recordando, o si lo volverá a recordar.
2 comentarios:
Oh qué rabia! Qué bueno... Puedo yo zarandearlos a ver si así me lo cuentan? ;)
Claro, zarandea. Si te enteras de algo me lo comentas :D
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