La política es obligatoriamente exhibicionista; el sexo, en cambio, tiene la opción, pero no la obligación de serlo. Allá donde vamos, nos encontramos con la política haciendo alarde de sus galas:
-“Fuimos a la huerta para practicar un poco de sexo a escondidas, pero apenas había dos naranjos y un limonero: habían crecido grúas por todas partes: la política exhibía sus codiciosas zarpas”.
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