Dentro de nuestro sistema solar ("nuestro" es un puro decir...) está la Nebulosa Rosette; el nombre, como ustedes comprenderán, es irrelevante. Con una extensión de 50 años luz, está a 3000 años luz de nuestro (y el posesivo sigue siendo un puro decir) planeta, y es tan solo una nube molecular situada dentro de la Constelación Monoceros (sigue ocurriendo lo mismo con los nombres). Dentro de esa nebulosa, está este cúmulo abierto NGC2244, compuesto por quién sabe cuántas estrellas azules jóvenes y, en tanto jóvenes, calientes, muy calientes, tanto que generan una inmensa cantidad de radiación [si conseguimos llevar un cablecillo hasta allí solucionamos los problemas de abastecimiento de energía en la Tierra en un momento] y unos vientos estelares cuya potencia es difícil de imaginar. Aquí un par de fotos tomadas con diversos filtros:
(Foto original aquí)
[Fotografía que combina tomas de Hidrógeno-alfa, de Oxígeno III y de Azufre II]
(Foto original aquí)
2 comentarios:
Como decías en un post anterior, es cierto que la belleza de la realidad es tan asombrosa que es absurdo estar esperando la beldad ilusoria de otra realidad inexistente...
Si fuera astrofísica creo que sólo me frustraría no poder aspirar nunca a comtemplar, por ejemplo, una supernova en directo ;-)
Afortunadamente tenemos unas fotos que son la hostia. Los estudios astrofísicos confirman, desde Galileo, la afirmación de Demócrito: la vía láctea es un conglomerado de estrellas... Qué listo el Demócrito, ¿eh? Hecho también él de esas partículas llamadas átomos de las que habló ya en el siglo V antes de la era cristiana (¡vivimos en la era cristiana...! ¡Contamos el tiempo a partir de un tal Jesús de Nazareth que ni siquiera existió...!), esos átomos que configuran cada uno de los recovecos más minúsculos y microscópicos de todo...
Publicar un comentario