Escépticos, agnósticos:
Uno de los grabados que Almada Negreiros hizo en la fachada de la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa es bastante ilustrativo de cómo la religión se impone: el libro sagrado a un lado, las armas al otro. A dios invocando y con el fusil obligando:
Una vez impuesta por la fuerza, que es la única manera en que puede imponerse cualquier religión cuyos ideadores pretendan que sea universal, y garantizada por una mano ejecutora (en sentido literal y sangriento) que muestre públicamente el castigo que recibirán aquellas personas que no comulguen con ella, funciona sola: la inercia de la costumbre hace el resto.
Esto explica que un sistema mitológico pueda persistir con una apariencia de verdad durante miles de años: sus fantasías se han interiorizado de tal manera, se han instalado con tanta fuerza en la sociedad, que los hombres son incapaces de discernir qué es real y qué es ilusorio.
Esto explica que todavía te plantees la posibilidad de que cuando mueras quizá haya algo, o quizá no, pero quizá sí..., y te aferras a esa posibilidad con unas ilusiones, con una esperanza... Dices que no te importa, que te da igual, que si hay algo, mejor, que si no lo hay no te vas a enterar, pero aún dudas, aún barajas la posibilidad, la posibilidad... Hasta ahí alcanza la fuerza con que el pensamiento mitológico-religioso se ha instalado en el mundo: aún crees que es posible que cuando mueras sigas viviendo. Que es posible que cuando mueras siguas viviendo...
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