Es bien sabido que los políticos hacen y deshacen a
su antojo, según manda el dinero, que a fin de cuentas determina todas sus
actuaciones, que supuestamente deberían estar movidas por la búsqueda del
interés general, el bien común y todas esos conceptos e ideas que se pueden
leer en papeles como la Constitución y demás leyes que rigen el funcionamiento
de nuestra sociedad.
La decisión del gobierno regional y del consistorio
de la ciudad de Murcia suponen una violación flagrante del interés general de
los murcianos: segregar durante al menos seis años a la población de los
barrios del sur de Murcia, con el deterioro irreversible que esta marginación y
exclusión supondrá para los vecinos por el muro. Asistiremos a la devaluación
de las viviendas de la zona, tanto de las antiguas como de las de relativamente
reciente construcción (hace en torno a 6 o 7 años que no se construye en Ronda
Sur); al aislamiento de personas mayores con dificultades de movilidad, que
constituyen una parte importante de la población de estos barrios; a la
aparición de serias dificultades e impedimentos físicos para el acceso a
servicios públicos y comercios radicados en el otro lado de las vías; a
pérdidas de tiempo por el colapso del tráfico, ya saturado hoy en día, en la
salida y entrada a Murcia por Ronda Sur; a la separación de familias que viven
a uno y otro lado de la vía; a la imposibilidad de que los niños vayan al colegios,
los chavales al instituto o a las escuelas de música, a la tienda de libros de
segunda mano, o a la piscina municipal del Infante.
En tanto que los barrios del norte de Murcia (zonas
de Juan Carlos I, Juan de Borbón, etc.) crecen de una manera apabullante, y su
acceso a servicios públicos se multiplica y se favorece, los barrios del sur
asisten impotentes a una merma en sus infraestructuras y en sus vías de
comunicación con el resto de la ciudad. Si en el norte hay un tranvía deficitario y parasitario de las
arcas públicas, en el sur hay un muro inmenso que impide el paso; si en el
norte hay centros comerciales, en el sur hay solares abandonados por los
constructores; si en el norte hay grúas que levantan nuevos edificios cuyas
viviendas se venderán a precios de vértigo, en el sur hay máquinas que cavan
hoyos para levantar pantallas de metacrilato, que según los políticos de turno
no son muros, y aquí se ve su ignorancia extrema o su inaudita capacidad de
mentir y manipular, pues la Real Academia de la Lengua Española define muro
como pared, y pared como “placa de cualquier material con que se divide o
cierra un espacio”. Si la zona norte la riegan para que crezca, la sur la
fumigan para que muera.
Dice el alcalde de Murcia, el señor José Ballesta, apodado
Ballesta el Segregador por los vecinos del sur, aunque también se han escuchado
en algunas bocas las voces Ballesta el Separatista,
Ballesta el Marginador,
Ballesta el Muros,
Ballesta el Fronteras,
Ballesta el Destructor de Barrios,
Ballesta el Incomunicador,
Ballesta el Aislador,
Ballesta el Fingidor,
Ballesta el Usurpador,
Ballesta el Separador,
Ballesta el Traidor,
Ballesta el Enterrador,
Ballesta el Secretor,
Ballesta el Discriminador,
Ballesta el Disgregador,
Ballesta el Exclusor,
Ballesta el Rompedor,
Ballesta el Repudiador,
Ballesta el Divisor,
Ballesta el Fraccionador,
Ballesta el Quebrador,
Ballesta el Apartador,
Ballesta el Expulsor,
Ballesta el Desterrador,
Ballesta el Sepulturero,
Ballesta el Exiliador,
en una letanía infinita que ni las de Baudelaire ni
las de la Virgen; en fin, este señor dice que no hay “ningún
tipo de fractura entre la sociedad y la clase política”, y lo dice el día
que afirma que va a llevar a la reunión de Murcia Alta Velocidad la moción en
que se aprobó el mantenimiento de los pasos a nivel, mientras que al día
siguiente empiezan las obras de cierre de los pasos a nivel, encerramiento de
los vecinos y levantamiento de muros. Ningún
tipo de fractura, dice este señor, que ha roto los barrios y sus vidas. Es
obvio a todas luces que estas palabras son tan fingidas, tan falsas, tan
apócrifas como las incontables promesas de soterramiento que su partido contrapopular (un partido que está en contra
del pueblo) ha hecho en las últimas décadas. La realidad es que hay una
fractura tan grande como el muro que ha mandado levantar, una fractura inmensa,
profunda. Ya lo decía Miguel: no hay en Murcia herida más grande que esta
fractura.
Hoy han empezado a levantar el muro, han cerrado el paso a nivel de Santiago el Mayor y los dirigentes de esta localidad han mandado a sus policías para que intimiden y peguen a los vecinos. Hoy han empezado su particular manera de sepultar: al no soterrar las vías, soterran los barrios, los entierran en la
marginación y en la exclusión más absoluta. Un muro declarado ilegal por los
servicios jurídicos del Ayuntamiento de Murcia, un muro a cuya construcción se opuso el Pleno del Ayuntamiento (sin el PP), (e incluso antes también el PP), un muro al que se opusieron más de cincuenta mil murcianos en la manifestación del sábado 30 de septiembre. Pero Ballesta el Segregador, Ballesta el
Muros, sigue usando buenas palabras y diciendo que todo está bien, como si no
pasara nada. ¡Como si no hubiera fractura!
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