Hoy he encontrado en un artículo del periódico Nueva Línea algo que me ha hecho gracia.
La noticia en cuestión habla de la sede de la Gerencia de Urbanismo que se va a construir en Murcia, del dinero que va a costar (21 millones 354.728 euros, o sea, 3.553 millones 127.773 pesetas, aunque en El Faro dan la cifra de 23 millones 98.678 euros) y de su estructura y apariencia: concretamente, el edificio va a estar cubierto de cristal, un detalle que, según se lee en Nueva Línea, está pensado para que los empleados puedan disfrutar de una relación prioritaria con el exterior y para que los ciudadanos observen la transparencia de la gestión municipal.
Que los funcionarios puedan ver en los pocos segundos libres que les dejan sus labores el paisaje urbano es algo comprensible, y sin duda era imprescindible que se diera de una vez la máxima prioridad a su relación con el exterior, exigencia que aún no ha sido resuelta por los superiores de las monjas de clausura.
Lo realmente llamativo es la segunda finalidad de los cristales: “que los ciudadanos observen la transparencia de la gestión municipal”.
Para echar unas risas tenemos que pensar que estamos ante un juego del redactor de la noticia con el tema de la corrupción urbanística, un chiste con varios niveles e implicaciones varias:
1. Se atribuye a los cristales la propiedad de mostrar la transparencia de la gestión municipal.
2. No se puede observar la transparencia, detalle que aumenta la risa.
3. Decir que la gestión municipal es transparente proporciona otra información esencial para impulsar la carcajada: como es transparente, no se ve: tú la miras pero sólo ves lo que hay al otro lado, o sea, tú coges la gestión con las manos y ves el suelo, y si la levantas sólo ves el cielo y las nubes.
4. De donde se deduce que, como no se ve, no existe.
5. A lo que se puede reprochar que, al igual que Dios, el hecho de que no lo veas no quiere decir que no exista: tan sólo tienes que creer.
6. De donde se deduce que ante la gestión municipal únicamente caben dos actitudes:
a) Ateísmo.
b) Fe.
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