Mi jerba Dana puede estar quieta en la puerta de su casa durante dos minutos o un cuarto de hora mientras le rasco. Le da igual que le acaricie entre los ojos, que le rasque bajo la mandíbula, a lo largo del cuerpo o que le pase la yema del dedo por su mismísimo hocico. De un lado a otro o en círculos, el movimiento de mis dedos le eriza los bigotes y le hace entornar los ojos, levantar la pata y empujar su cuerpo contra mis dedos para que ejerzan más presión. Durante el rascamiento suelta agudas y finísimas exclamaciones, que suenan más o menos así: iiiiiii iiiii iiii iiiii iii ii iiiiiii.
03 octubre 2007
Dana doméstica
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1 comentario:
No sé quién es más adorable, si ella por su comportamiento (me han dado ganas de rascarla a mí también) o tú, por la cantidad de posts que tienes hablando de ella.
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