Es el supermercado un lugar idóneo para las más profunda reflexiones. El hecho de ver las etiquetas de los precios desencadena en nuestro cerebro una serie de operaciones en cuya virtud comenzamos a establecer relaciones y oposiciones entre las leyes que rigen el curso de la naturaleza y las que actúan en el mercado.
Vamos a Mercadona. Tras observar que el litro de leche desnata con calcio Puleva vale 1.45 € cuando hace unas pocas semanas apenas llegaba al euro con cinco céntimos, y tras comprobar que los cereales Hacendado valen 1.69 € cuando hace las mismas pocas semanas apenas superaban el euro, nos damos cuenta de que, a diferencia de lo que ocurre en la naturaleza, donde todo lo que sube baja, los precios que suben no van a volver a bajar. No vale la pena ser ilusos, inocentes. Nos suben el precio de la leche, el de los cereales, nos tocan hasta las etiquetas de los huevos. Vemos dos limones empaquetados a 0.95 € y nos preguntamos si estarán bañados en oro...
Llegamos a la conclusión de que los alimentos básicos se están convirtiendo progresivamente en productos de lujo. En el mercado todo sube, salvo los sueldos, a pesar de que ‘sueldos’ rime en asonante con ‘huevos’.
Hace tiempo que se estableció el principio de no intervencionismo estatal, pero ante semejante estado de cosas no puede quedar más remedio que replantearse la situación y ponerle fin al famoso principio, al menos en el ámbito de la economía doméstica básica, porque si echamos cuentas...
Ejemplo de cuentas echadas:
Un persona que se bebe 4 vasos de leche al día gasta 1.45 € al día, y si lo multiplicamos por 30 días tenemos que se gasta en leche 43.5 € al mes. Si esta persona está casada y tiene, digamos, un par de hijos tiene que multiplicar por cuatro: 174 € al mes en leche desnata con calcio. Evidentemente se hace necesario tomar medidas, de modo que mandamos a los de Puleva a buscar brevas, por eso de la rima, y probamos con la Asturiana: el litro y medio cuesta 1.49 €, desnata pero sin calcio. Perdemos calcio con el consiguiente debilitamiento de nuestros huesos, pero ahorramos casi cincuenta céntimos por litro y, en el caso que hemos puesto por ejemplo, la familia se ahorra casi 60 € al mes.
Con los cereales poco se puede hacer porque, aun habiendo subido casi un 50% los de Hacendado, siguen siendo los más baratos del Mercadona. Sin embargo, dada la asfixia de nuestros bolsillos visitamos tiendas de barrio y descubrimos que hay ciertos productos más baratos que en el Mercadona, así que vamos distribuyendo la lista de la compra en diversas tiendas con la finalidad de ahorrar, a costa de nuestro tiempo (que podrá ser oro, pero no tanto como el que baña los limones), casi unos 200 € al mes entre pitos y flautas, que también han subido y que, por supuesto, nunca bajarán.
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