Que digo yo que primero fueron los dentífricos venenosos, luego llegaron los juguetes con plomo en la pintura para matar niños y ahora medicinas que provocan cáncer.
Y digo que hace años que no voy a un restaurante chino porque siempre había alguien a quien le sentaba mal la comida, aunque las leyendas urbanas le echaban la culpa a la salsa agridulce, pero ya sabemos que las chinas también son leyendas que pueden adaptarse a lo urbano, porque ya decía el señor Lee lo de adáptate y be water, así que igual no es tan urbana la leyenda, digo yo.
Y también digo que la de anteayer ha sido la última vez que entro a comprar algo a un chino, y que no vuelvo a comprarle a un chino ni tabaco, ni pipas, ni una goma de borrar, no sea que me dé por morirme.
Porque digo yo que como los chinos son tantos quizás quieren exterminar al resto de la humanidad para adueñarse del planeta, pero, vamos, es un decir conspiranoico.
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