«—Hay que ver cómo funciona para darse cuenta. Lo único que aquí sabemos es que tenemos una gran escuela dedicada a educar sacerdotes, y que ocasionalmente se hace una exhibición especial en algún rincón olvidado de la ciudad para beneficio de los peregrinos... y nada más. Todo este asunto apenas nos afecta de manera general. Pero en Anacreonte...
Lem Tarki alisó su barba puntiaguda con un dedo y se aclaró la garganta.
—¿Qué clase de religión es? Hardin siempre ha dicho que sólo eran tonterías para que aceptaran nuestra ciencia sin hacer preguntas. Recuerde, Sermak, que aquel día nos dijo...
—Las explicaciones de Hardin —recordó Sermak— no suelen tener mucha relación con la verdad. Pero ¿qué clase de religión es, Bort?
Bort reflexionó.
—Éticamente, es perfecta. Apenas difiere de las diversas filosofías del viejo imperio. Alto valor moral y todo eso. Desde este punto de vista no tiene nada que envidiar. La religión es una de las grandes influencias civilizadoras de la historia en este aspecto. Rellena...
—Ya sabemos eso —interrumpió Sermak, con impaciencia—. Vaya al grano.
—Allá voy —Bort estaba un poco desconcertado, pero no lo demostró—. La religión, que la Fundación ha alentado y animado, tengámoslo presente, se basa en una línea estrictamente autoritaria. El sacerdocio tiene un control absoluto de los instrumentos científicos que hemos proporcionado a Anacreonte, pero sólo han aprendido a manejar dichos instrumentos empíricamente. Creen por completo en esta religión y en el..., uh..., valor espiritual de la energía que manejan. Por ejemplo, hace dos meses algún loco manipuló la planta de energía del templo de Thessalekia..., uno de los mayores. Naturalmente, voló cinco manzanas de casas. Fue considerado como una venganza divina por todo el mundo, incluyendo a los sacerdotes.
—Lo recuerdo. Los periódicos dieron una versión resumida del suceso en aquel momento. No veo adónde quiere ir usted a parar.
—Entonces, escuche —dijo Bort, ásperamente—. El clero forma una jerarquía en cuyo vértice está el rey, que está considerado como una especie de dios menor. Es un monarca absoluto por derecho divino, y el pueblo lo cree, profundamente, y los sacerdotes también. No se puede derrocar a un rey así. ¿Comprende ahora a lo que me refería?»
(Isaac Asimo: Fundación, Barcelona, DeBolsillo, 2010, p. 126-127)
1 comentario:
Genial la trilogía, la recomiendo.
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