«—Sí. Es una psicosis masiva, un incalificable pánico de masas. Por la Galaxia, Randu, ¿qué espera usted? Tiene aquí a toda una civilización basada en la ciega creencia de que un héroe popular del pasado lo tiene todo planeado y cuida de cada detalle de sus vidas. La pauta mental así evocada tiene características ad religio, y ya sabe usted lo que eso significa.
—En absoluto.
A Mis no le entusiasmó la necesidad de una explicación. Nunca le había gustado dar explicaciones. Por eso gruñó, miró con fijeza el largo cigarro que enrollaba entre sus dedos y dijo:
—Caracterizada por fuertes reacciones religiosas. Las creencias sólo pueden ser desarraigadas por una sacudida importante, en cuyo caso resulta un desequilibrio mental bastante completo. Casos leves: histeria, un morboso sentido de inseguridad. Casos graves: locura y suicidio.
Randu se mordió la uña del pulgar.
—Cuando Seldon nos falla, o, en otras palabras, cuando desaparece nuestro escenario, en el que hemos descansado durante tanto tiempo, nuestros músculos se atrofian y no podemos movernos sin él.
—Eso es. Una metáfora torpe, pero cierta.
—¿Y qué me dice de sus propios músculos, Ebling?
El psicólogo filtró una larga bocanada de aire a través de su cigarro y dejó salir todo el humo.
—Oxidados, pero no atrofiados. Mi profesión me ha procurado unos pensamientos independientes.»
(Isaac Asimo: Fundación e Imperio, Barcelona, DeBolsillo, 2009, p. 231)
No hay comentarios:
Publicar un comentario