«Chris Knigth [catedrático de Antropología en la University of East London] parece sostener que la dimensión simbólica de la realidad en los humanos es una especie de juego basado en un acuerdo que dijera: vamos a fingir. Un fingimiento bastante serio que se extiende a las manifestaciones más veneradas de nuestra cultura como la religión o la literatura.»
(Eduard Punset: Por qué somos como somos, Madrid, Punto de Lectura, 2010, p. 238)
Pero... Mientras que en el caso de la literatura todo el mundo es consciente (bueno, casi todo el mundo...) de que está ante un fingimiento, no ocurre lo mismo con la religión, que, por lo demás, no deja de ser literatura, del género fantástico para más señas.
2 comentarios:
Estoy y no estoy de acuerdo con este planteamiento. Es cierto que la literatura (donde incluyo yo también a todas las religiones en tanto son cosmogonías y/o mitologías)es ficción y como tal una representación (o no) simbólica de la realidad, pero el fingimiento va más allá. El problema es que toda representación deviene en última instancia en falsedad, mentira, ilusión o fingimiento como se dice aquí. No obstante, la realidad como tal no puede aprehenderse más que a través de complicados (y manipulables) sistemas simbólicos. Claro que hay que ser consciente de esto y utilizarlo desde esa consciencia...
;-*
Utilizarlo desde esa consciencia, y la Ciencia, que también es representación, nos orienta e ilumina, sin duda; y es ahí, frente a la verdad del discurso y de las pruebas de la Ciencia, desde donde se puede afirmar, sin ningún género de dudas, el estatuto de fingimiento de la literatura y, por ende, de la religión.
Como decía Pessoa, el poeta es un fingidor; también lo es el profeta y su portavoz...
:)*
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