Dada la apabullante cantidad de visitas que, desde que publicamos aquel poema, llegan a este Burdel buscando el modo de comer un clítoris, trataremos de sintetizar aquí los pasos a seguir para llevar a cabo una operación tan delicada como placentera.
Damos por supuesto que disponemos de una mujer, y que esa mujer quiere sentir nuestra boca, labios y lengua en su clítoris. Esto es fundamental, señores, y ya lo advirtió Bob Marley en su famosa canción No woman, no clit.
A la mujer hay que tratarla con una delicadeza propia de porcelana china, pero antes tenemos que saber qué es y dónde se encuentra el clítoris, conocimientos de los que no tratamos aquí, por lo que remitimos allí.
Si el lector ha hecho clic en el anterior enlace, mal camino lleva, al menos no debería seguir el camino por el que conducen estas líneas. El lector que siga este camino de letras, en cambio, podrá finalmente descubrir cómo se come un clítoris.
Ya dijimos en otra ocasión que un clítoris no se come, salvo que entendamos el verbo comer en sentido figurado. Los verbos más indicados para referirnos al trato que se le debe dar al clítoris son: tocar, rozar, lamer, chupar, mordisquear-con-mucho-cuidado, acariciar, masajear, etc. Verbos suaves, delicados, esponjosos, lúbricos.
Llegamos, por fin, al modo, al cómo. Innegablemente, la lengua es el instrumento más adecuado para abordar tan delicado órgano. Ahora bien, no se trata de golpear con la lengua: recuerde el lector lo que dijimos de los verbos que podemos emplear: verbos delicados, suaves. Con la lengua se lame, de arriba abajo, en círculos, de un lado a otro, rozando ligeramente el clítoris, rodeándolo en recorridos concéntricos, mágicos, rituales. Ritmo constante y control respiratorio son cruciales para no ahogarse, de ahí que la posición de los cuerpos para llevar a cabo el proceso sea una cuestión fundamental. Si elegimos una mala posición puede que acabemos con tortícolis, de modo que el sujeto activo deberá adoptar una postura cómoda para él, pero también para el sujeto pasivo, que aunque esté en masculino sólo puede ser mujer. Esto, como ya hemos señalado, es fundamental, señores.
Situados en una buena posición, cómoda para ambos, sólo resta hacer ejercicios linguales, labiales y bucales, incrementando o aumentando el ritmo, con más o menos fuerza, de lado a lado, de arriba abajo, en círculos, ligeros golpecitos... No obstante, además de para comer clítoris, tenemos una boca estupenda para hablar, de modo que lo mejor es preguntarle a ella qué le gusta más, y actuar en consecuencia.
La finalidad de esta actuación es, por supuesto, proporcionarle a la mujer, como mínimo, un orgasmo. El tiempo necesario para conseguir dicho objetivo es variable, pero si tras un cuarto de hora o media hora a lo sumo el lector no lo ha logrado, quizá debería volver a leer todo esto con más detenimiento o, en su caso, buscar consejo en otro sitio.
Porque, señores, no tenemos que preguntarnos qué puede hacer un clítoris por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por un clítoris.