Es curioso lo que tiene el juego de cifras. El 6 de marzo de 1475 nacía Miguel Ángel, el universalmente conocido pintor y escultor del Renacimiento italiano; el 6 de marzo de 1619 nacía Cyrano de Bergerac, soldado y escritor francés. Miguel Ángel, además de pintar y esculpir, también escribía poesía, acercándose en su tono a Dante; Cyrano escribió una comedia llamada El pedante burlado, que nada tiene que ver con el autor de La Divina Comedia, que de comedia, como nosotros la entendemos en la actualidad, nada tiene.
Pero esto lo estaba escribiendo a propósito del juego de cifras, que une a estos dos escritores que también se dedicaban a otras cosas: 1+4+7+5=17; 1+6+1+9=17. Seguimos sumando: 1+7=8 y 1+7=8, y juntamos los ochos resultantes de la suma lúdica y tenemos 88, edad a la que murió Miguel Ángel; Cyrano, en cambio, murió a los 36 años accidentalmente: le cayó una viga en la cabeza, quizá una de las vigas sobre las que trabajaba, siglos atrás, Miguel Ángel.
Y lo que una el azar, que no lo separe el despiste.
No quiero cerrar este escrito sin dejar constancia de que Cyrano escribió una tragedia llamada La muerte de Agripina. En Luvina, de Juan Rulfo, vuelve a reaparecer este personaje, que entra con sus tres hijos en una iglesia derruida de ese pueblo donde todo se marchita a rezar a no sabe quién porque allí no había nadie a quien rezarle, como en la obra de Cyrano, donde quedan excluidos los dioses porque los dioses, según manifiesta un personaje, los ha creado el hombre. Pero no es lo mismo: he unido a estas dos Agripinas con pinzas.
Y lo que unan las pinzas, que no lo separe el punzón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario