En función de sus usos salutatorios, podemos establecer tres tipos o clases de vecinos:
A) Vecino lógico: el que te saluda tanto dentro como fuera del edificio. Da igual que te lo cruces a las ocho y media de la mañana saliendo por la portería o que te lo cruces a las siete de la tarde por la Gran Vía. Este vecino te saluda.
B) Vecino ilógico: el que te saluda sólo dentro del edificio. Este espécimen de vecino es un tanto extraño, porque dentro del edificio te saluda, incluso con cierta efusividad, pero si te encuentras con él por la calle te ignorará. Puedes pensar: “A lo mejor no me ha visto”, pero cuando ya son muchas las veces que no te ha visto empiezas a pensar: “Será que no quiere verme”.
Sin embargo, no es nada personal: tras consultarlo con otros vecinos con los que tienes más confianza, descubres que a ellos les sucede lo mismo, así que no hay que tomárselo a pecho: es así de raro. El edificio es para él como un universo autónomo y autárquico, y una vez que sale de él entra en otro universo que no tiene nada que ver con el anterior: cualquier parecido entre universos será mera casualidad cósmica.
A mí me gusta vulnerar las leyes que rigen esos dos universos suyos, y me dedico a saludar en un tono de voz elevado a este tipo de vecinos cuando me los cruzo por la calle.
C) Vecino alógico: el que no te saluda, ni dentro ni fuera del edificio. Es éste un caso excepcional, rara vez visto. Yo, sin embargo, tengo la suerte, la fortuna, el privilegio, de tener uno de estos ejemplares dentro de los límites de mi edificio. Al principio lo saludaba, y me daba igual que él no lo hiciese: tenía la confianza de que terminaría por saludar pero, tras varios años, aún no me ha devuelto el saludo. Ya he desistido: me hastía su monotonía. No lo saludo; tampoco lo ignoro: lo omito.
Sin embargo, tampoco es nada personal: he hablado con otros vecinos y les sucede lo mismo: jamás les ha saludado, ni dentro ni fuera del edificio. En contra de lo que se pueda pensar, este vecino tiene mujer y dos hijos, incluso tuvo un perro.
Moraleja: cuando algo no es una cuestión personal, es una cuestión de educación. Siempre he dicho que saludar es gratis: sólo nos cuesta un pequeño esfuerzo articulatorio en nuestro aparato fonador, lo que suena complicado, pero es tan fácil como decir "ola", porque la hache no la pronunciamos.
1 comentario:
Yo creo que pertenezco al tipo de vecino ilógico. Mi explicación es que no me acuerdo de las caras (después de dos años en el mismo piso) y sólo sé que viven ahí cuando los veo dentro del edificio. Fuera no los distingo. =P
Bueno, si alguien me saluda por la calle, yo suelo devolver el saludo, aunque me quede mosca...
Un saludo.
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