En nuestra tradición encontramos dos tipos fundamentales de letanías. Unas son las Letanías de la Virgen; otras, las Letanías de Satán. En las primeras el orador le pide a la Virgen que ruegue por nosotros; en las segundas el orador le pide a Satán que tenga piedad de su larga miseria.
Las primeras tienen un autor colectivo, se han ido forjando a lo largo de la historia, si bien fue en el Vaticano donde se le dio forma definitiva al texto; las segundas tienen un autor singular, único e irrepetible, desgarrado por el tedio, por el hastío: Charles Baudelaire.
Quizá por eso las primeras sean una súplica en plural y, por tanto, impersonal, diluida, y las segundas sean una súplica en singular y, por tanto, personal, compacta.
Ora pro nobis --- vs. --- Prends pitié de ma longue misère!
[Ruega por nosotros --- vs. --- Ten piedad de mi larga miseria]
‘Nosotros’ frente a ‘yo’. El contraste entre las dos letanías nos vuelve a mostrar la configuración del eterno enfrentamiento entre la sociedad y el individuo.
*A modo de píloro, apéndice o epílogo, añadiré que en las Letanías de la Virgen se ruega a ésta para que interceda ante Dios por nosotros, mientras que en las Letanías de Satán se ruega a éste directamente, sin intermediarios, de donde se puede extraer una consideración acerca de las distintas concepciones políticas subyacentes: lo mediato frente a lo inmediato nos lleva a la oposición entre una democracia indirecta y una democracia directa.
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