En el Antiguo Testamento, los patriarcas bíblicos practicaban la poligamia, y San Agustín inicialmente los defendió, alegando necesidades de reproducción y perpetuación de la especie, aunque más tarde cambió de idea. La Iglesia Católica la condena.
Para Lutero, la Biblia no se oponía a la poligamia, pero él le aconsejaba a un amigo suyo que la practicaba que fuese discreto. Calvino la condenó.
Unos cuantos mormones, alrededor de treinta mil, la practican.
La literatura judía clásica evidencia que estaba permitida, pero hoy en día se rechaza, a pesar de lo cual hay algunos que la practican.
En el islamismo la poligamia abunda, sobre todo en ciertos países árabes.
En el hinduismo, la poligamia es una práctica que viene de tiempos remotos, aunque a día de hoy, curiosamente, esté prohibida en la India para los hindúes, y permitida para los musulmanes.
Los hunos practicaron la poligamia: primero la poliandria y después la poliginia.
Antes de que el budismo llegase a Asia Central, la poligamia era de lo más normal en zonas como Tibet, Hindu Kush y otras cercanas.
Fue algo habitual en las tribus indias norteamericanas, al igual que en parte de África.
En definitiva, el proceso civilizador es decididamente monógamo.
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